Puntos de venta de los 2 libros de la Editorial Páramo en los que figuro: mi poemario El lenguaje de la lluvia y el epílogo para la antología Hombre de mimbre de Vicente Muñoz Álvarez: aquí y aquí.
"En lo que me concierne, no soy un escritor, soy alguien que escribe…" (Thomas Bernhard)
Puntos de venta de los 2 libros de la Editorial Páramo en los que figuro: mi poemario El lenguaje de la lluvia y el epílogo para la antología Hombre de mimbre de Vicente Muñoz Álvarez: aquí y aquí.
Ésta es una de las mejores novelas que he leído este año. Llegué a ella buscando temática literaria más o menos próxima a la película Weapons: chavales, brujería, pueblos norteamericanos... En un foro mencionaban varios títulos y éste es el que más me interesó.
B. R. Yeager nos cuenta lo que pasa en Kinsfield, localidad ficticia en la que aumentan los suicidios de adolescentes y se suceden los fenómenos extraños (como los ataques de animales a ciudadanos). Un lugar en el que muchos jóvenes sienten fascinación por Tyler, un tipo magnético con tendencia a hacerse cortes en el cuerpo, que prepara rituales de brujería en secreto y es un adicto a las drogas.
La narración alterna las voces de 3 personajes que aman e idolatran a Tyler: ellos 3 cuentan la historia y sus puntos de vista. Personajes bisexuales que se drogan a veces hasta perder el conocimiento.
Espacio negativo entremezcla géneros de una manera asombrosa: las situaciones inquietantes a lo David Lynch, los chavales atravesando bosques como en los filmes ochenteros y en los libros de Stephen King, los personajes enigmáticos que recuerdan a Kurt Cobain, los ambientes del cine de terror, la desolación y la soledad y la abulia de los adolescentes de Gus Van Sant... Y enlaza muchos temas: foros de internet, ciudades degradas, pesadillas compartidas, alucinaciones... En fin, podría pasar horas hablando del libro.
Algunas citas:
Desde que tengo memoria siento la vibración grave del suicidio resonando en mi cuerpo.
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Las ciénagas estaban turbias por el hedor de los perros muertos e hinchados. Cuando llovía, todo el lugar apestaba a carne podrida y moscas.
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No importa lo que te ocurra, al final el mundo te obliga a fingir que todo vuelve siempre a la normalidad.
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Mi vida se convirtió en un esfuerzo para evitar que se alejara.
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Estudiamos el paisaje interno del otro. Nos convertimos en eruditos de nosotros mismos.
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Ya había envejecido mil años, hacia un futuro horrible del que nunca sería testigo porque ya estaba muerto.
[Caja Negra. Traducción de Alejo Ponce de León]
La muerte no debe corregir en modo alguno la imagen que tenemos de alguien.
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Para hacer algo comprensible, tenemos que exagerar, le había dicho, sólo la exageración hace las cosas evidentes, y tampoco el peligro de que nos consideren locos nos molesta ya a una edad avanzada.
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Todas esas gentes odian lo que yo quiero, desprecian lo que aprecio, les gusta lo que no me gusta.
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Me considero capacitado y competente para escribir lo que me parezca digno de ser escrito, porque es importante para mí y, por añadidura, me causa un gran placer, según pienso.
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El mejor método para liberarse de la obra de un escritor que, en el sentido que sea, no nos deja en paz, ya sea porque se la tiene en la más alta estima, ya sea porque se la aborrece, es conocer a su creador.
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Otra vez tengo algo en la cabeza. Extinción se llamará probablemente, pensé, con ello trataré de extinguir todo lo que se me ocurra, todo lo que escriba en esa Extinción quedará extinguido, me dije. Me gustaba ese título, de ese título se desprendía para mí una gran fascinación. Cómo se me ocurrió, no lo sé ya. Creo que es de Maria, que al fin y al cabo me llamó también una vez extintor. Que soy un extintor, afirmó. Y que lo que llevo al papel es lo extinguido. En Roma intentaré escribir esa Extinción, pero me exigirá un año y no sé si tendré fuerzas para mantenerme dispuesto un año solo para esa Extinción, pensé. Para concentrarme en ella. Escribiré esa Extinción y, una y otra vez, discutiré con Gambetti lo que se refiera a esa Extinción, y con Spadolini y Zacchi y naturalmente con Maria, pensé, sin que sepan que tengo esa Extinción en la cabeza, debatiré con ellos todo lo que se refiera a esa Extinción.
[Alfaguara. Traducción de Miguel Sáenz]
Me costó conseguir un ejemplar porque la distribución no es muy allá. Ha merecido la pena: salvo un relato, el de Edgar Allan Poe, los demás sólo pueden leerse (si no me equivoco) en esta compilación con la que se celebran 20 años de una web dedicada a la obra de Stephen King. Aunque en conjunto no dan miedo, todas las historias son inquietantes y en ellas predomina la calidad, con autores del calibre de O'Nan, Ketchum, Barker, Chizmar, Campbell, Lindqvist o el propio King, que cedió su relato "El compresor de aire azul". Y ofrecen temáticas para todos los gustos: la adopción de identidades en las redes, las casas del terror de las ferias y los trenes de la bruja, la enfermedad, las mutaciones o los juegos de rol que se van de las manos cuando se mezclan con el mundo de Lovecraft.
[Dimensiones Ocultas. Traducción de Javier Martos]
una buena vida
en tu último libro escribiste:
En términos generales
ha sido una buena vida.
pero no lo fue tanto, hermano
te dejaron a deber
el pago de tus sacrificios
por la poesía
podrían haberte convertido
en uno de esos reyes de las letras
sobrados de publicaciones
y de prebendas y de pagos
ahíto de banquetes
y satisfecho en
las entrevistas
uno de esos rostros abotargados
que se dedican ahora a participar
en comités que premian obras
pactadas de amigos íntimos
uno de esos tipos cuya bibliografía
en curso se ha estancado
porque prefieren comer
bien y colocar el cazo
en el que caigan las monedas
pero no:
lo tuyo fue la molicie
y el desamparo
y el ninguneo
esos dos versos,
al menos,
les demuestran
cómo eras:
un hombre
agradecido,
ya al final de su camino,
un hombre solitario
un poeta en pos de la verdad
aunque arda en llamas
durante su epopeya.
**
rastros de Thomas Bernhard en Salzburgo
una calle con su nombre:
Thomas-Bernhard-Straße
una placa en la fachada
de un teatro: Landestheater
ni siquiera
después
de muerto
fue profeta
en su tierra
los francotiradores literarios
suelen morder el polvo:
si no es en vida,
los triturarán
de manera
póstuma.
**
noches de covid
el covid: allá fuera
la noche: mustia, silenciosa
los niños: dormidos
sin voces
sin motores de coches
sin trifulcas callejeras
un silencio tenso
casi doloroso
apocalíptico
y yo en la cama
sin poder dormir
con miedo a enfermar
con temor a morir
con pánico a perderlos
contando los días que faltan
para saber si estaré infectado
o si lo estarán ellos
tratando de recordar
alguna oración por si,
al decirla,
sirviera de algo
de una pausa
de un milagro
de un aplazamiento
qué poco se tarda
en suplicar por ti mismo
y por los tuyos
cuando los pellejos
están en juego.
***
La entrevista para La Opinión de Zamora: aquí.
Conocí a Julio hace un montón de años. Nos vimos algunas veces y luego él se fue a Estados Unidos y por fin nos hemos reencontrado a su regreso a España. Y vuelve con un libro donde demuestra sus dotes para mezclar narrativa, crónica y autobiografía. En estas páginas relata el viaje que hizo con su mujer por el sur de USA en pos de los lugares míticos donde grandes estrellas de la música grabaron sus discos. Incluye algunos pasajes sobre su pasado y su familia, sobre sus vivencias en el Bronx y Harlem, sobre lo que ha aprendido en aquel país, sobre su paso por sitios legendarios... Una escritura visceral para un libro que, sobre todo, supone un espléndido homenaje a la música.
[Efe Eme Editorial]